Habiéndose pactado el contrato hasta el 30 de noviembre de 2008, el arrendatario tenía que haber comunicado al arrendador su renuncia a la prórroga antes del 30 de octubre. No solo no lo hizo sino que pagó la renta de diciembre, por lo que el contrato se ha prorrogado por un año, hasta el 15 de noviembre de 2009. Hasta entonces el arrendador puede exigir el pago de las rentas.

Visto así, la pérdida de la fianza sería un mal menor para el arrendatario, que tendrá que decidir entre quedarse en la vivienda sin querer o perder la fianza.

Si decide dejar la vivienda, le conviene hacerlo de acuerdo con el arrendador, para evitar posteriores reclamaciones.
También podría el arrendatario intentar salvar la fianza facilitando al arrendador un nuevo arrendamiento y esperar hasta que este se produzca, es decir, que todos salgan ganando.