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Estoy de alquiler con mi marido en un ático que llevaba dos años vacío. Todos los pisos tienen la misma disposición de habitaciones, pero el ático tiene el salón justo encima de los dormitorios del piso de abajo. El vecino se quejó, y tomamos una serie de medidas: poner fieltro en la mesa y sillas del salón, quitarle los juguetes al perro a partir de cierta hora, dejar al perro en casas ajenas cuando nos vamos de noche por si ladra, andar descalzos, decirle a nuestros invitados que no hagan ruido... En fin, tener cuidado.. A pesar de nuestros esfuerzos, le molestamos. Para él, que alguien venga a casa a cenar, sin tele ni música, es "la fiesta que teníais montada anoche". Se queja por cada cosa que es impresionante, y ahora le ha dado por dejar notitas en la puerta. Entiendo que le moleste pero yo tengo que vivir tambien! ¿Qué va a hacer cuando nos vayamos y venga gente con niños o jóvenes que hagan verdaderas fiestas? ¡Vivo para no molestarle! ¿Y si se queja al propietario?
Seguro que el propietario ya sabe de que pie cojea, mientras los ruidos mo los hagas o horas prohibidas, y superes los decibelios permitidos que se que lo que quiera, y que se lofatiga a quien quiera, ya que el propietario tampoco podrá hacer nada al respecto, más que no renovarte el contrato de alquiler cuando cumplas el quinto año, incluso dudo que tome esta medida por las quejas de un vecino.
Si se queja al propietario no te preocupes. Mientras no hayan denuncias y sobrepaseis los decibelios permitidos... que se aguante.
Tuve un problema similar. Subió el vecino de abajo a quejarse porque estabamos cenando a las 21:30 con unos amigos, y recuerdo que le cerre la puerta en las narices y, cuando mis invitados me dijeron que bajásemos el volumen de la tele, yo hice lo contrario y la subí. Luego me puse a jugar con el perro ( 40 kg) por el pasillo, pelota arriba pelota abajo. Al día siguiente le dije que si volvía a tener un problema o le molestaba algo, mejor subía de buenas formas y vería si podía ayudarle, pero que si subía de esta forma iba a tener dos tazas.
Mano de santo.